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miércoles, 21 de agosto de 2013

16. Caminata por el Himalaya (parte I)

A principios de junio, tan pronto como los niños terminaron el colegio salimos huyendo del calor de Delhi. A las cinco de la mañana la temperatura era de 38 grados, nos montamos todos sudados al avión y después de una hora y media de vuelo aterrizamos en una ciudad llamada Leh, situada en el extremo norte de la India, en la frontera con Pakistán y China, a 3,500 metros de altura. 
Los Himalayas desde el avión
La temperatura al llegar era de tan solo 8 grados pero después de haber aguantado tanto calor, nos parecía muy agradable.
El primer día nos quedamos descansando para poder adaptarnos a la altura y al día siguiente emprendimos nuestra caminata de una semana por el Himalaya recorriendo 60 km de paisajes montañosos pero desérticos.
Fue una experiencia increíble pues aunque hemos hecho varias caminatas y paseos a caballo en otros lugares, algo como esto solo se vive en la India.
Éramos en total cuatro familias compuestas por 8 adultos y 8 niños de diferentes nacionalidades pero todos residentes en Delhi. 
El grupo de caminantes

Para iniciar el recorrido nos llevaron en carro hasta un sitio llamado Chilling en donde establecieron el primer campamento. Antes de llegar paramos en un caserío de donde era oriundo nuestro guía y allí su familia amablemente nos invitó a tomar té con galletas, y pudimos conversar con ellos y aprender un poco sobra la forma cómo vive la gente de esa zona. 
Un campesino de la zona
Es una vida muy precaria pues aparte de los empleos oficiales y el turismo en verano, dada la altura y el clima, solo pueden cultivar un poco de cereales y criar algunas cabras. A propósito es en esa zona en donde se produce la lana denominada Cashmere, que debe su nombre a la región y proviene de las cabras que viven allí. 
Cabras Pashmina
Sin embargo aprendimos que la palabra Pashmina no significa chal, tal y como yo creía, sino que es el nombre de la raza de la cabra que produce una lana extremadamente fina. Así que la lana de Pashmina es una de las más finas del mundo, y es a su vez lana Cashmere pero lo contrario no siempre es cierto (hay lana de Cashmere que no es Pashmina).
Acampando más cerca de las estrellas
Cuando llegamos al campamento, las carpas estaban ya montadas y fue solo hasta ese momento que entendí cómo sería nuestro paseo, es decir un camping de lujo en el que lo único que habíamos tenido que llevar nosotros eran los sleeping bags, que a propósito no nos sirvieron porque no eran lo suficientemente gruesos, pero afortunadamente hasta eso estaba contemplado en el viaje y nos prestaron unos más calientes.
Kenrab, nuestro guía
Para cargar el resto de las cosas contábamos con la ayuda de seis personas, y además teníamos un guía, un cocinero con su asistente y tres personas para ocuparse de 19 caballos (o más bien burros y ponis) que cargaban con toda la intendencia, y tres que nos acompañaban durante las caminatas por si alguien se cansaba. Qué exageración !!! nos acompañaban en total 12 personas y 22 caballos...pero así son las cosas en la India.
La caravana con la carga
Al inicio del paseo parecía como si fuera una de esas caravanas que los nómadas utilizan para trasladarse de un lugar a otro. Al llegar a los campamentos, no solo teníamos 8 carpas para dormir sino una carpa grande que servía de comedor y otra de cocina, y dos carpas pequeñas para cubrir los baños o mejor dicho las letrinas que nos cavaban en cada uno de los sitios a donde llegábamos. Creo que una parte grande de la carga tenía que ver con la comida pues el cocinero nos deleitaba todas las noches con diferentes platos y no parecía como si estuviéramos en medio de la nada. Inclusive llegó a prepararnos una torta con cobertura de chocolate y para eso obviamente necesitábamos cargar con estufa y pipetas de gas.
A pesar de todas esas comodidades, las caminatas eran duras. La primera no fue sino de dos horas y creo que la idea era ir aclimatándonos poco a poco. Salimos entonces hacia el segundo campamento en una zona denominada Skyu. 
Sobre el río Zanskar
Para llegar hasta allí tuvimos que atravesar el río Zanskar, con todo y maletas, colgados en una tarabita y al otro lado nos esperaban los caballos que llevarían toda la carga. Desde allí comenzamos a caminar en las montañas pero para mi gran sorpresa, el paisaje era completamente desértico al punto que no se veía ni un solo rastro de vegetación. Al principio me sentí un poco decepcionada pues me esperaba que el paisaje fuera similar al del nevado de Santa Isabel al que había ido hace muchos años. Me hacía falta el verde de nuestras montañas, pero con el paso de las horas comencé a apreciar el panorama cada vez más. Una vez acostumbrada, me sentía como en un episodio del “Señor de los anillos” cuando los Hobbits van en busca de las dos torres. Era como si estuviéramos en la luna y al paso de la caravana que llevaba nuestras cosas, me sentí viviendo una aventura totalmente fuera de lo común. 
Paisaje desértico
Caminamos tan solo unos pocos kilómetros y ese día seguíamos aún estando a 3,400 metros de altura. Al llegar al campamento nos esperaban con todo listo y el té servido. Era un sitio agradable pues gracias a la cercanía del río se veía más vegetación y pudimos disfrutar del clima y el paisaje al lado de un monasterio abandonado.
Al día siguiente, nos esperaba una jornada mucho más larga para poder llegar hasta un pueblito llamado Markha y eso nos tomaría unas 8 horas. En la mañana temprano, nos despertaba siempre un muchacho que nos traía el té y agua caliente para juagarnos. Definitivamente el servicio era de lujo.
El valle del río Markha
El paisaje en el camino era espectacular pues estábamos en un pequeño valle rodeado de montañas y fuimos durante mucho tiempo recorriendo la orilla del río Markha observando una combinación de diferentes tipos de naturaleza. 
Estufa solar

Paramos a almorzar en un caserío y vimos por primera vez una estufa solar que más bien parece una antena parabólica pero funciona de maravilla y en esa zona en donde no hay electricidad es el sistema perfecto. Allí había una fuente de agua y afortunadamente uno de nuestros acompañantes llevaba un filtro especial y pudimos llenar nuestras botellas, pues a pesar de que el agua parecía limpia, no nos atrevimos a tomarla así no más. 
Filtrando el agua

En la India, dadas las precarias condiciones sanitarias, uno pierde la confianza en cualquier tipo de bebida o alimento que no haya sido lavado o desinfectado. Afortunadamente nuestro compañero de viaje, por supuesto canadiense, había tenido la buena idea de llevar el filtro pues ya nos quedaba poca agua y faltaban varias horas de camino.
Continuamos la travesía maravillados por la enormidad del Himalaya,  atravesamos zonas en donde había monasterios y castillos abandonados y finalmente debíamos cruzar a pie un río, pero al constatar la temperatura del agua, la mayoría preferimos montarnos en los ponis para que no se nos congelaran los pies.
El agua estaba helada
Después de esa dura jornada acampamos en un valle al lado de una casa con la arquitectura de la zona que servía también de hostal para los que hacen la caminata sin acampar y solo llevando sus cosas a cuestas. Fue interesante también ver en varios sitios, una especie de pequeños muros hechos con piedras sueltas las cuales están preciosamente gravadas y tienen un significado especial para los budistas. 


Mani Stones
En esas piedras planas inscriben sus deseos o mantras y las dejan en los caminos o cerca de los ríos como ofrendas a los espíritus protectores del lugar. 
Según nuestro guía, algunas de las piedras que vimos tenían miles de años y para pasar al lado de esos arrumes de piedras que se llaman Mani Stones, se debe siempre pasar por el lado izquierdo pues hay una superstición si uno pasa por la derecha. 


Cruzando los templos por la izquierda
Yo veía que nuestros guías siempre hacían eso así el camino fuera más largo, algo que a mi me parecía absurdo. Sin embargo, cuando Thomas me vio a punto de ir por la derecha me preguntó que si no me acordaba de “Tintín en el Tibet” pues allí el capitán Haddock hace caso omiso a esa advertencia y desde ese momento comienza a sufrir una serie de accidentes. Así que, a pesar de mi escepticismo en esos temas, decidí seguir pasando por la izquierda…

Termino aquí la primera parte de mi relato para no aburrirlos pero espero que lean la próxima entrega en donde les contaré el resto del paseo para que de pronto algún día se animen a venir por este rincón de la tierra.

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