A
principios de junio, tan pronto como los niños terminaron el colegio salimos
huyendo del calor de Delhi. A las cinco de la mañana la temperatura era de 38
grados, nos montamos todos sudados al avión y después de una hora y media de
vuelo aterrizamos en una ciudad llamada Leh, situada en el extremo norte de la
India, en la frontera con Pakistán y China, a 3,500 metros de altura.
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Los Himalayas desde el avión |
La
temperatura al llegar era de tan solo 8 grados pero después de haber aguantado
tanto calor, nos parecía muy agradable.
El primer
día nos quedamos descansando para poder adaptarnos a la altura y al día
siguiente emprendimos nuestra caminata de una semana por el Himalaya
recorriendo 60 km de paisajes montañosos pero desérticos.
Fue una
experiencia increíble pues aunque hemos hecho varias caminatas y paseos a
caballo en otros lugares, algo como esto solo se vive en la India.
Éramos
en total cuatro familias compuestas por 8 adultos y 8 niños de diferentes
nacionalidades pero todos residentes en Delhi.
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El grupo de caminantes |
Para iniciar el recorrido nos llevaron
en carro hasta un sitio llamado Chilling en donde establecieron el primer
campamento. Antes de llegar paramos en un caserío
de donde era oriundo nuestro guía y allí su familia amablemente nos invitó a
tomar té con galletas, y pudimos conversar con ellos y aprender un poco sobra la forma cómo vive la gente de esa zona.
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Un campesino de la zona |
Es una
vida muy precaria pues aparte de los empleos oficiales y el turismo en verano,
dada la altura y el clima, solo pueden cultivar un poco de cereales y criar algunas
cabras. A propósito es en esa zona en donde se produce la lana denominada Cashmere,
que debe su nombre a la región y proviene de las cabras que viven allí.
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Cabras Pashmina |
Sin
embargo aprendimos que la palabra Pashmina no significa chal, tal y como yo creía, sino que es el
nombre de la raza de la cabra que produce una lana extremadamente fina. Así que
la lana de Pashmina es una de las más finas del mundo, y es a su vez lana
Cashmere pero lo contrario no siempre es cierto (hay lana de Cashmere que no es
Pashmina).
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Acampando más cerca de las estrellas |
Cuando
llegamos al campamento, las carpas estaban ya montadas y fue solo hasta ese
momento que entendí cómo sería nuestro paseo, es decir un camping de lujo en el
que lo único que habíamos tenido que llevar nosotros eran los sleeping bags,
que a propósito no nos sirvieron porque no eran lo suficientemente gruesos, pero afortunadamente hasta
eso estaba contemplado en el viaje y nos prestaron unos más calientes.
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Kenrab, nuestro guía |
Para
cargar el resto de las cosas contábamos con la ayuda de seis personas, y además
teníamos un guía, un cocinero con su asistente y tres personas para ocuparse de 19 caballos (o más bien burros y ponis) que cargaban con toda la
intendencia, y tres que nos acompañaban durante las caminatas por
si alguien se cansaba. Qué exageración !!! nos acompañaban en total 12 personas y 22 caballos...pero así son las cosas en la India.
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La caravana con la carga |
Al
inicio del paseo parecía como si fuera una de esas caravanas que los nómadas utilizan
para trasladarse de un lugar a otro. Al llegar a los campamentos, no solo
teníamos 8 carpas para dormir sino una carpa grande que servía de comedor y
otra de cocina, y dos carpas pequeñas para cubrir los baños o mejor dicho las letrinas
que nos cavaban en cada uno de los sitios a donde llegábamos. Creo que una
parte grande de la carga tenía que ver con la comida pues el cocinero nos
deleitaba todas las noches con diferentes platos y no parecía como si
estuviéramos en medio de la nada. Inclusive llegó a prepararnos una torta con
cobertura de chocolate y para eso obviamente necesitábamos cargar con estufa y pipetas
de gas.
A pesar
de todas esas comodidades, las caminatas eran duras. La primera no fue sino de dos
horas y creo que la idea era ir aclimatándonos poco a poco. Salimos entonces
hacia el segundo campamento en una zona denominada Skyu.
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Sobre el río Zanskar |
Para llegar hasta allí
tuvimos que atravesar el río Zanskar, con todo y maletas, colgados en una
tarabita y al otro lado nos esperaban los caballos que llevarían toda la carga.
Desde allí comenzamos a caminar en las montañas pero para mi gran sorpresa, el
paisaje era completamente desértico al punto que no se veía ni un solo rastro
de vegetación. Al principio me sentí un poco decepcionada pues me esperaba que
el paisaje fuera similar al del nevado de Santa Isabel al que había ido hace
muchos años. Me hacía falta el verde de nuestras montañas, pero con el paso de
las horas comencé a apreciar el panorama cada vez más. Una vez acostumbrada, me
sentía como en un episodio del “Señor de los anillos” cuando los Hobbits van en
busca de las dos torres. Era como si estuviéramos en la luna y al paso de la
caravana que llevaba nuestras cosas, me sentí viviendo una aventura totalmente
fuera de lo común.
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Paisaje desértico |
Caminamos tan solo unos pocos kilómetros y ese día seguíamos
aún estando a 3,400 metros de altura. Al llegar al campamento nos esperaban con
todo listo y el té servido. Era un sitio agradable pues gracias a la cercanía
del río se veía más vegetación y pudimos disfrutar del clima y el paisaje al
lado de un monasterio abandonado.
Al día
siguiente, nos esperaba una jornada mucho más larga para poder llegar hasta un pueblito llamado Markha y eso nos tomaría unas 8 horas. En la mañana temprano, nos
despertaba siempre un muchacho que nos traía el té y agua caliente para
juagarnos. Definitivamente el servicio era de lujo.
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El valle del río Markha |
El
paisaje en el camino era espectacular pues estábamos en un pequeño valle rodeado de montañas y fuimos durante mucho tiempo recorriendo la orilla del río Markha observando
una combinación de diferentes tipos de naturaleza.
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Estufa solar |
Paramos a almorzar en un
caserío y vimos por primera vez una estufa solar que más bien parece una antena
parabólica pero funciona de maravilla y en esa zona en donde no hay electricidad
es el sistema perfecto. Allí había una fuente de agua y afortunadamente uno de
nuestros acompañantes llevaba un filtro especial y pudimos llenar nuestras
botellas, pues a pesar de que el agua parecía limpia, no nos atrevimos a
tomarla así no más.
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Filtrando el agua |
En la India, dadas las precarias condiciones sanitarias,
uno pierde la confianza en cualquier tipo de bebida o alimento que no haya sido
lavado o desinfectado. Afortunadamente nuestro compañero de viaje, por supuesto
canadiense, había tenido la buena idea de llevar el filtro pues ya nos quedaba poca agua y faltaban varias horas de camino.
Continuamos
la travesía maravillados por la enormidad del Himalaya, atravesamos zonas en donde había monasterios
y castillos abandonados y finalmente debíamos cruzar a pie un río, pero al constatar la temperatura del agua,
la mayoría preferimos montarnos en los ponis para que no se nos congelaran
los pies.
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El agua estaba helada |
Después
de esa dura jornada acampamos en un valle al lado de una casa con la
arquitectura de la zona que servía también de hostal para los que hacen la
caminata sin acampar y solo llevando sus cosas a cuestas. Fue interesante
también ver en varios sitios, una especie de pequeños muros hechos con piedras sueltas las cuales están preciosamente
gravadas y tienen un significado especial para los budistas.
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Mani Stones |
En esas piedras
planas inscriben sus deseos o mantras y las dejan en los caminos o cerca de los
ríos como ofrendas a los espíritus protectores del lugar.
Según nuestro guía,
algunas de las piedras que vimos tenían miles de años y para pasar al lado de
esos arrumes de piedras que se llaman Mani Stones, se debe siempre pasar por el
lado izquierdo pues hay una superstición si uno pasa por la derecha.
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Cruzando los templos por la izquierda |
Yo veía
que nuestros guías siempre hacían eso así el camino fuera más largo, algo que a
mi me parecía absurdo. Sin embargo, cuando Thomas me vio a punto de ir por la derecha me preguntó que si no me acordaba
de “Tintín en el Tibet” pues allí el capitán Haddock hace caso omiso a esa
advertencia y desde ese momento comienza a sufrir una serie de accidentes. Así
que, a pesar de mi escepticismo en esos temas, decidí seguir pasando por la
izquierda…
Termino
aquí la primera parte de mi relato para no aburrirlos pero espero que lean la
próxima entrega en donde les contaré el resto del paseo para que de pronto algún día se
animen a venir por este rincón de la tierra.
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