Translate

sábado, 14 de septiembre de 2013

17. Caminata por el Himalaya (parte II)

A 5,300 mt de altura

El tercer día de nuestra marcha por el Himalaya caminamos unas 5 horas desde el pequeño caserío de Markha hacia un sitio denominado Thachugtse, y ahí si era realmente como el camino hacia las dos torres en el Señor de los Anillos.
Markha, un caserío en medio de la nada
Atravesamos un paisaje esplendoroso de montañas escarpadas y vimos las ruinas de un castillo y de un fuerte que según nos contó el guía, tenían como mil años y fueron construidos al filo de una montaña ya que esa zona era el paso de invasores que venían del Norte (sobre todo los Mogoles).
Después de una dura subida llegamos al campamento que estaba en un valle a 4,200 metros de altura. 
Como en El Señor de los Anillos
Ya en ese momento sentíamos el peso de la altura y el andar se hacía mucho más lento, así que allí decidimos quedarnos dos noches para retomar fuerzas y poder seguir subiendo hasta la que sería la cima de nuestra caminata.
Aprovechamos el descanso para lavarnos un poco mejor pues después de las juagaditas mañaneras ya comenzábamos a sentir los olores… 
El paisaje era espectacular
Fue un día de paisaje y lectura, y para los niños de varias rondas de monopolio. A esa altura ya las noches eran bastante frías y cada vez dormíamos con más cosas encima, pero lo más duro estaba por llegar. Subimos primero hasta 4,800 metros a un sitio llamado Nimaling y allí por primera vez la temperatura en la noche estuvo bajo cero. El agua que dejamos afuera amaneció congelada y nosotros logramos soportar el frío, pero fue allí donde me di cuenta de que los años no vienen en vano. Thomas inclusive se quejó de calor pues era capaz de dormir completamente metido dentro del sleeping bag mientras que Gaetan y yo parecíamos un par de esquimales hibernando, pero teníamos que sacar la nariz para poder respirar y así el frío se nos colaba por entre la ropa. Y para rematar, ese frío combinado con el medicamento que tomábamos para el mal de altura actuaban como diurético y por tanto me tenía que levantar en la noche al baño y se imaginarán que eso era toda una pesadilla....
Kang Yatze a 6,400 mt
En el campamento en donde estábamos podíamos ver el pico más alto de la zona llamado Kang Yatze que está a 6,400 metros, el más alto que yo haya jamás visto; realmente impresionante.
En el camino vimos pastores con sus rebaños de cabras, marmotas, ovejas azules (que en realidad no son azules) y Dzos, una mezcla de Yak y vaca. Todo parecía sacado como de una de esas películas que uno ve sobre el Tibet, con la diferencia de que todo era real; algo absolutamente exótico para mi.
Dzo (mezcla entre Yak y vaca)
Al día siguiente iniciamos la subida hacia el paso que debíamos atravesar; el Gongmaru La, a 5,260 metros (aunque el GPS marcó 5293). 
Fue una subida dura pero afortunadamente mi estado físico estaba mejor de lo previsto. Gaetan y yo fuimos los primeros adultos en llegar, aunque para nuestra gran desilusión cuando coronamos la cima encontramos al cocinero, al que no vimos en qué momento nos pasó, sentado sobre una piedra y fumándose un cigarrillo tan fresco como si acabara de salir de su casa. 
El cocinero fumando a 5,300 mt
Estábamos felices de ese logro y tomamos montones de fotos pues sinceramente no creo que tenga muchas otras oportunidades de subir hasta esa altura, pero no me imaginaba que lo más duro estaba por venir. 

La subida fue dura
Es así como me di cuenta de que no solo basta con tener buen estado físico, sino que también es necesario tener “buenas piernas” ya que nos esperaba un descenso de 1,300 metros para alcanzar el próximo campamento situado en Chuskyurmo a 4,000 metros.
El descenso fue durísimo para mis muslos y mis pantorrillas aunque para mi sorpresa las rodillas aguantaron bien. A la mitad del camino había un riachuelo congelado y en vez de seguir por la orilla, que era un camino bastante escarpado, nuestro guía nos llevó deslizándonos sobre el hielo. 
Todos felices de coronar la cima
Para los niños fue súper divertido y yo, aunque lo disfruté, sentía que mis piernas debido al cansancio, ya no soportaban con seguridad mi peso al resbalar. Pero bueno, llegamos felices y descansamos en nuestro último campamento en el que había una especie de tiendita en la que nos habría encantado tomarnos una cerveza o un vino para celebrar pero la dicha no alcanzaba para tanto. Era un lugar hecho con carpa de tela de paracaídas y vendían algunas gaseosas y té pero obviamente en esa zona no es posible encontrar alcohol.

Al día siguiente después de caminar unas dos horas regresamos a la ciudad de Leh y tuvimos la oportunidad de parar en el camino en un monasterio budista. Thikse se encuentra sobre una colina desde la que se aprecia la grandeza del Himalaya y su interior se está hermosamente decorado con altares y galerías, y entre sus particularidades hay una estatua de Maitreya (el futuro Buda) de 15 metros de altura.
Allí además de apreciar la arquitectura del lugar, aprendimos un poco sobre el Budismo,  que para mi gusto profesa una de las mejores filosofías de vida, basada en una serie de preceptos o guías éticas que giran entorno al respeto de uno mismo y de los demás. 
En el monasterio de Thikse
Vimos a unos pequeños niños vestidos de monjes y nos contaron que ingresan al monasterio desde los 8 años y casi no vuelven a ver a sus familias para dedicarse a estudiar y meditar llevando una vida tan sencilla que solo tienen derecho a tener ocho pertenencias. 
Estatua de 15 mt de altura
Aprendimos también que todas esas ruedas de plegaria (prayer wheels) que vimos en los templos durante toda la caminata, tienen escrito sobre su superficie exterior una serie de plegarias o mantras y el hacerlas girar tiene el mismo efecto que si uno recitara las plegarias. Así que se puede decir que fue una caminata durante la cual, además de hacer ejercicio, oramos muchísimo… Igualmente nos contaron que las banderitas que vimos colgadas en muchos sitios durante nuestro recorrido, tienen inscrito un mantra y cuando sopla el viento esa plegaria se esparce y envía los buenos deseos sobre los alrededores, así que para rematar también quedamos bendecidos.
Pequeños monjes aprendices
Finalmente regresamos al hotel y después de un buen baño aprovechamos para comprar Pashminas y otras cosas típicas de la región y fue en ese momento que sentí el efecto de la bajada del día anterior. Mis piernas estaban muy adoloridas y con gran dificultad lograba bajar escalones, pero para mi consuelo no era la única en esa condición. Al final de la tarde quisimos ir a un bar para poder finalmente celebrar el final del paseo, pero precisamente ese día era un día en el que alcohol estaba prohibido, y sin embargo, como en la India todo es posible, encontramos un lugar en donde aceptaron vendernos unas cervezas. El mesero se nos acercaba con la lata escondida en su chaqueta y luego nos pedía que tapáramos los vasos con una servilleta y nos sentíamos como si estuviéramos haciendo algo muy malo pero con mayor razón disfrutamos aún más esos tragos.
El viento esparce las plegarias inscritas en las banderas

Al día siguiente tomamos un vuelo temprano y regresamos al calor de Delhi para preparar nuestro viaje a Colombia y poder compartir con la familia todas esas aventuras vividas hasta ese momento en la India.

No hay comentarios:

Publicar un comentario