En Mysore con Sandra Manrique |
Isckon Temple |
Era
nuestra oportunidad no solo de conocer otra parte de este país sino
también de compartir experiencias con amigos y tratar de entender mejor la
cultura desde la perspectiva colombiana. Cuando llegamos, pasamos horas y horas
“desatrasándonos” pues no nos veíamos desde hacía como 3 años y fue muy grato
lograr entender o corroborar aspectos que no estábamos seguros haber descifrado
aún.
Bangalore es una de las ciudades con mayor desarrollo en la
India porque es allí en donde se produce todo el software y están todas las
compañías de tecnología. Pareciera que todo está en construcción pues están
haciendo el metro, construyendo avenidas y torres de edificios por todas partes
y por lo tanto el tráfico es caótico. Sin embargo, a diferencia de Nueva
Delhi, el clima es mucho más agradable pues está como a 1000 metros de altura,
y las zonas comerciales parecen más organizadas y más limpias. Bangalore como
tal no tiene mucho que ver a parte de un parque central muy bonito (Cubbon
Park), el palacio y las oficinas del gobierno y la zona en donde están todas las grandes multinacionales que más bien parece un suburbio americano.
Las carreteras en la India |
Parecido a nuestra costa Colombiana |
Hasta allí fue una experiencia en la que uno se siente casi que purificado y libre de toda atadura material pero la experiencia no duró mucho porque al terminar el recorrido uno sale, tal y como en Disney World, a un sitio en donde venden comida y toda clase de souvenirs, libros y estatuillas y se puede hasta pagar con tarjeta de crédito, así que hasta allí llegó nuestra “limpieza espiritual”. Para rematar, venta de comida significa mugre en el piso y a pesar de comenzar a andar en puntas de pies, al final ya no queríamos saber qué tipo de cosas resbalosas estábamos pisando…Pero fue definitivamente una experiencia muy especial.
Cultivos de arroz |
Mysore que es una ciudad a 150 kilómetros de Bangalore y al parecer existe una autopista para llegar hasta allá, pero preciso ese día hubo una protesta porque el gobierno autorizó abrir unas represas para que el agua pudiera fluir hacia otro Estado. Es lo que les espera a nuestros hijos, la guerra por ese elemento precioso que es el agua. Los campesinos se pusieron furiosos y bloquearon la autopista y en consecuencia, tuvimos que tomar carreteras secundarias y el viaje nos tomó como 5 horas, pero fue la oportunidad de ver realmente la India rural, y de atravesar cultivos de caña, arroz y palmas, y paisajes hermosos.
También vivimos lo que es transitar por carreteras por las que atraviesan toda clase de vehículos, animales, gente, algunos carros van en contravía, en fin algo parecido a lo que vemos en algunos lugares de la costa colombiana aunque creo que era todavía más caótico.
Mysore es famoso porque allí se
encuentra un palacio en donde vivió el último Maharaja, o rey de esa zona,
hasta 1947 cuando fue abolida esa figura. Fue construido a principios del siglo
XX y para “gran orgullo” de los guías, prácticamente todo lo que allí se
encuentra, desde, ventanas, columnas, decoraciones, pisos, etc… fueron traídos
de Europa. Es un sitio realmente espectacular con una decoración suntuosa en
donde se combinan toda clase de estilos. Se considera que es el sitio más
turístico de la India después del Taj Mahal y es en realidad precioso. En la noche
más de 90.000 bombillos iluminan su exterior. Obviamente, no se puede entrar
con zapatos ni es permitido tomar fotos. Igual que en el primer templo,
comenzamos a caminar con cuidado para no pisar superficies desagradables y
después ya decidimos que no nos importaba pisar la caca de paloma y yo al
final, con tal de poder tocar el elefante que había a la salida me resigné a
sentir bajo mis pies la textura de la caca hasta de los propios elefantes… Ya
aprendí que debemos cargar suficiente agua, pañitos húmedos y jabón líquido
para limpiarnos después de salir de los templos y así poder disfrutar las
visitas y no estar pensando en todo lo que estamos pisando.
El palacio de Mysore iluminado en la noche |
Noten los micos en la fachada |
Nos quedamos afuera y fue muy interesante ver a las personas que le rezaban a un coco y luego lo lanzaban al piso con toda su fuerza para que se rompiera. Luego aprendimos que el objetivo es rezar antes de emprender alguna actividad o iniciar algún negocio para que Lord Ganesha elimine todos los obstáculos que se puedan presentar y se utiliza el coco que es considerado como la fruta de dios. Lo malo es que si el coco no se rompe es un mal augurio así que no se imaginan la fuerza con la que la gente tira los cocos, de modo que finalmente no nos ensuciamos los pies pero quedamos todos salpicados de coco.
Fue un paseo delicioso, durante el cual
Sandra y yo no paramos de hablar ni un minuto, mis hijos y los hijos de ella
aunque casi no se conocían, se divirtieron como si fueran amigos de toda la
vida y hasta nos deleitamos con un buen pedazo de carne de res pues en esa
zona, contrario a lo que pasa en Delhi, si se consigue. Terminamos disfrutando
un buen ron Zapaca de los tantos que Luis Carlos, el esposo de Sandra mantiene
en su bar.
Aprendimos a apreciar la forma como los Hindúes veneran a sus dioses y pudimos ver más de cerca el contraste entre el desarrollo tecnológico y la India rural. Pero definitivamente pudimos corroborar que es una cultura muy diferente a la nuestra y que frente a este entorno debemos tomar todo con tolerancia y humor. Al final del paseo cuando
salíamos a caminar todos juntos, los niños ya no ganaban puntos por los teléfonos o las
vacas que vieran sino que una rata muerta daba 10 puntos y una viva 20…Afortunadamente
nadie ganó ningún punto.
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