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jueves, 18 de octubre de 2012

7. Comenzando a descubrir la India


En Mysore con Sandra Manrique
En la India hay tantos días feriados que si uno se los diera todos a los empleados, no trabajarían sino como nueve meses al año pues aquí conviven varias religiones y todas celebran diferentes acontecimientos y además están los días nacionales que pueden cambiar de fecha si por ejemplo el Gobierno decide que hay un augurio malo ese día…. Pero no basta con pertenecer a una religión y tomar los feriados correspondientes; si el esposo es de otra religión pues lo lógico es que también se tenga derecho a los feriados de esa otra religión y así, si uno no define esto desde un principio con los empleados, simplemente casi todos los días son festivos. En eso si los Indios son campeones y a pesar de que Colombia no se queda atrás, no hay ni punto de comparación. También hay que tener en cuenta que cuando alguien de la familia se muere lo usual es pedir el día libre en el trabajo, y eso incluye el primo de la cuñada del suegro, y así la lista puede ser enorme. Conocí a una francesa que decidió comenzar a descontarle los días a su empleada pues en un solo mes se le murieron 9 familiares y milagrosamente desde ese momento no se le volvió a morir ningún familiar.…
Isckon Temple
Bueno, a principios de octubre hubo uno de esos feriados para celebrar el nacimiento de Gandhi y como era un martes decidimos tomarnos el puente para no perder esa “buena” costumbre colombiana. Resolvimos irnos a visitar a mi buena amiga, Sandra Manrique, a la que conozco hace como 20 años y por esas casualidades de la vida también terminó viviendo en la India. Está desde hace un año y medio en una ciudad desconocida para algunos, que queda a dos horas y media de avión al sur de Nueva Delhi y se llama Bangalore. Es el “Silicon Valley” de la India y tiene 8 millones de habitantes.
Era  nuestra oportunidad no solo de conocer otra parte de este país sino también de compartir experiencias con amigos y tratar de entender mejor la cultura desde la perspectiva colombiana. Cuando llegamos, pasamos horas y horas “desatrasándonos” pues no nos veíamos desde hacía como 3 años y fue muy grato lograr entender o corroborar aspectos que no estábamos seguros haber descifrado aún.
Bangalore es una  de las ciudades con mayor desarrollo en la India porque es allí en donde se produce todo el software y están todas las compañías de tecnología. Pareciera que todo está en construcción pues están haciendo el metro, construyendo avenidas y torres de edificios por todas partes y por lo tanto el tráfico es caótico. Sin embargo, a diferencia de Nueva Delhi, el clima es mucho más agradable pues está como a 1000 metros de altura, y las zonas comerciales parecen más organizadas y más limpias. Bangalore como tal no tiene mucho que ver a parte de un parque central muy bonito (Cubbon Park), el palacio y las oficinas del gobierno y la zona en donde están todas las grandes multinacionales que más bien parece un suburbio americano.



Las carreteras en la India

Parecido a nuestra costa Colombiana
Después de hacer un recorrido por la ciudad fuimos a un templo Hindú y fue nuestra primera experiencia de ese tipo. Iskcon Temple está situado en la cima de una colina; es una construcción muy llamativa y lujosa y su interior se mantiene bastante limpio. Se preguntarán que por qué eso es una ventaja y la respuesta es que uno debe dejar los zapatos en el carro (y también la cámara) y desde ahí continuar descalzo por todo el templo. Pagamos la entrada VIP que eran solo US$10 por familia y con eso pudimos tener acceso en primera fila a todos los pequeños altares a los que se accede subiendo y bajando una serie de escaleras y en los cuales la gente le reza a diferentes dioses. Cada altar tiene la estatua de un dios exquisitamente decorado con flores y objetos de oro y plata, y cada uno está especializado en conceder diferentes favores. La boleta especial también nos permitía que un señor igualito a los Hare Krishnas que uno ve en las calles de Bogotá, pero este si de pura verdad, nos hiciera una oración especial a cada uno de nosotros y luego nos entregara una flor que debíamos devolver con una reverencia especial al final de la visita.

Hasta allí fue una experiencia en la que uno se siente casi que purificado y libre de toda atadura material pero la experiencia no duró mucho porque al terminar el recorrido uno sale, tal y como en Disney World, a un sitio en donde venden comida y toda clase de souvenirs, libros y estatuillas y se puede hasta pagar con tarjeta de crédito, así que hasta allí llegó nuestra “limpieza espiritual”. Para rematar, venta de comida significa mugre en el piso y a pesar de comenzar a andar en puntas de pies, al final ya no queríamos saber qué tipo de cosas resbalosas estábamos pisando…Pero fue definitivamente una experiencia muy especial.

Cultivos de arroz
Al día siguiente nos fuimos para 
Mysore que es una ciudad a 150 kilómetros de Bangalore y al parecer existe una autopista para llegar hasta allá, pero preciso ese día hubo una protesta porque el gobierno autorizó abrir unas represas para que el agua pudiera fluir hacia otro Estado. Es lo que les espera a nuestros hijos, la guerra por ese elemento precioso que es el agua. Los campesinos se pusieron furiosos y bloquearon la autopista y en consecuencia, tuvimos que tomar carreteras secundarias y el viaje nos tomó como 5 horas, pero fue la oportunidad de ver realmente la India rural, y de atravesar cultivos de caña, arroz y palmas, y paisajes hermosos. 
También vivimos lo que es transitar por carreteras por las que atraviesan toda clase de vehículos, animales, gente, algunos carros van en contravía, en fin algo parecido a lo que vemos en algunos lugares de la costa colombiana aunque creo que era todavía más caótico.
Mysore es famoso porque allí se encuentra un palacio en donde vivió el último Maharaja, o rey de esa zona, hasta 1947 cuando fue abolida esa figura. Fue construido a principios del siglo XX y para “gran orgullo” de los guías, prácticamente todo lo que allí se encuentra, desde, ventanas, columnas, decoraciones, pisos, etc… fueron traídos de Europa. Es un sitio realmente espectacular con una decoración suntuosa en donde se combinan toda clase de estilos. Se considera que es el sitio más turístico de la India después del Taj Mahal y es en realidad precioso. En la noche más de 90.000 bombillos iluminan su exterior. Obviamente, no se puede entrar con zapatos ni es permitido tomar fotos. Igual que en el primer templo, comenzamos a caminar con cuidado para no pisar superficies desagradables y después ya decidimos que no nos importaba pisar la caca de paloma y yo al final, con tal de poder tocar el elefante que había a la salida me resigné a sentir bajo mis pies la textura de la caca hasta de los propios elefantes… Ya aprendí que debemos cargar suficiente agua, pañitos húmedos y jabón líquido para limpiarnos después de salir de los templos y así poder disfrutar las visitas y no estar pensando en todo lo que estamos pisando.

El palacio de Mysore iluminado en la noche
En Mysore también visitamos otro templo Hindú llamado Chamundeswari Temple, pero desafortunadamente estaba lloviendo, había barro por todas partes y los niños y yo no fuimos capaces de caminar descalzos sobre esa superficie a la entrada del templo en donde se revolvía el agua sucia y los excrementos de las vacas que estaban alrededor. 
Noten los micos en la fachada

Nos quedamos afuera y fue muy interesante ver a las personas que le rezaban a un coco y luego lo lanzaban al piso con toda su fuerza para que se rompiera. Luego aprendimos que el objetivo es rezar antes de emprender alguna actividad o iniciar algún negocio para que Lord Ganesha elimine todos los obstáculos que se puedan presentar y se utiliza el coco que es considerado como la fruta de dios. Lo malo es que si el coco no se rompe es un mal augurio así que no se imaginan la fuerza con la que la gente tira los cocos, de modo que finalmente no nos ensuciamos los pies pero quedamos todos salpicados de coco.

Fue un paseo delicioso, durante el cual Sandra y yo no paramos de hablar ni un minuto, mis hijos y los hijos de ella aunque casi no se conocían, se divirtieron como si fueran amigos de toda la vida y hasta nos deleitamos con un buen pedazo de carne de res pues en esa zona, contrario a lo que pasa en Delhi, si se consigue. Terminamos disfrutando un buen ron Zapaca de los tantos que Luis Carlos, el esposo de Sandra mantiene en su bar.

Aprendimos a apreciar la forma como los Hindúes veneran a sus dioses y pudimos ver más de cerca el contraste entre el desarrollo tecnológico y la India rural. Pero definitivamente pudimos corroborar que es  una cultura muy diferente a la nuestra y que frente a este entorno debemos tomar todo con tolerancia y humor. Al final del paseo cuando salíamos a caminar todos juntos, los niños ya no ganaban puntos por los teléfonos o las vacas que vieran sino que una rata muerta daba 10 puntos y una viva 20…Afortunadamente nadie ganó ningún punto.
Bull temple

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